Las fiestas, en democracia, suelen tener estas
singularidades, mixtura de celebración y luto. Pasaron 40 años desde que 16
militantes fueron brutalmente asesinados en Trelew y la Justicia por fin golpeó
las puertas de los probables ejecutores para dilucidar la verdad. Ayer Rawson
cambió su geografía y se transformó en el epicentro de la noticia más allá de
las fronteras provinciales. Desde todo el país se observa con atención, y
expectativa, el desarrollo de lo que comenzó, que no es otra cosa que desentrañar
una parte de la historia que aun nos duele y que dejó una herida que sigue
abierta, que necesita imperiosamente este paso para cerrar o, al menos,
morigerar el dolor.