martes, 8 de mayo de 2012

Un juicio a la historia



Las fiestas, en democracia, suelen tener estas singularidades, mixtura de celebración y luto. Pasaron 40 años desde que 16 militantes fueron brutalmente asesinados en Trelew y la Justicia por fin golpeó las puertas de los probables ejecutores para dilucidar la verdad. Ayer Rawson cambió su geografía y se transformó en el epicentro de la noticia más allá de las fronteras provinciales. Desde todo el país se observa con atención, y expectativa, el desarrollo de lo que comenzó, que no es otra cosa que desentrañar una parte de la historia que aun nos duele y que dejó una herida que sigue abierta, que necesita imperiosamente este paso para cerrar o, al menos, morigerar el dolor.
El Cine Teatro lució colmado y por fuera del recinto hubo aun más gente que se interesa por el destino del Juicio. También hubo escolares que acudieron para presenciar en vivo un momento que quedará grabado en la historia.
Nos golpea un poco también, o debería hacerlo, como sociedad: tardamos cuatro décadas en propiciar este momento. Las razones pueden ser, y lo son, variopintas pero por sobre todo se debe buscar la explicación de ese letargo en la eficacia monstruosa que tuvo el aparato de terror del Estado, bajo el gobierno de Lanusse con episodios como estos primero, bajo la triple A después y con el Proceso de Reorganización Nacional más adelante. Su tremendo golpe a nuestra vida como país no terminó con la asunción a la presidencia de Raúl Alfonsín, sino que quedó insertado en la sociedad, en las costumbres, como todo terror bien aplicado que se filtra hasta los huesos y nos rompe los valores, destroza nuestros códigos y nos condiciona al miedo. Fue, quizás, en lo único que fueron eficaces mientras hundían al país desde todos los puntos de vistas posibles y mataban las ideas a garrotazos, a los tiros y tirándolas desde un avión.
Es definitivamente necesario que el juicio llegue a buen término, que se encuentre a los culpables y que se los juzgue con todo el rigor que admite la Ley. Y no es menos necesarios que la historia que se escriba en el mientras tanto pase a formar parte de nuestros manuales.
La Masacre de Trelew debe estudiarse para que aprendamos lo que pasa cuando el Estado se cree Dios y decide sobre la vida y la muerte. Este juicio a los asesinatos de 1972 en Trelew es un juicio, también, a la historia.

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