domingo, 20 de noviembre de 2011

Gales en Patagonia


Cuando los galeses eligieron Chubut para mudar su historia ya sabían que las carencias superaban ampliamente a la voluntad, que fue mucha, del propio gobierno argentino de ayudarlos en la intención. Un Fuerte destruido por el paso del tiempo, relatos de viajeros ocasionales y aquella promesa de ayuda de Nación a través del ministro Rawson conformaban toda la invitación. Sabían, por lo demás, que casi todo estaba por hacer; desde sus casas hasta los mismos caminos para llegar; pero aun así eligieron Patagonia, desechando posibilidades de otras geografías como Estados Unidos, Brasil o, en Argentina misma, Santa Fe y el propio Carmen de Patagones, no tan lejano, no tan inhóspito, y con algo de la civilización que por aquí aun no había.
Extensiones de tierra con sus animales, forraje para sembrar y también elementos para sobrevivir al “mientras tanto” formaron parte de la oferta desde el vamos, antes que el primer barco parta con rumbo al sur desde Gales, incluso antes que fuera el Mimosa la nave elegida. Pero no fue eso, o no lo fue solamente, el dato más relevante para que Michael Jones, Abraham Mattheus, Lewis Jones y otros tantos miraran el mapa y apoyaran el dedo en este sur profundo dándole forma al destino final.
El cambio de aire, de geografía y la posibilidad de escalar posiciones sociales no fueron nunca la médula de la idea, de la génesis del viaje. El norte siempre fue crear una comunidad que, sobre todo, conservara sus costumbres y su cultura para lo cual, obvio, resultaba fundamental mantener el lenguaje único que poseían.
Esta semana Trelew vivió una experiencia singular: se inauguró la primera escuela bilingüe castellano-galés del planeta. Cuatro años antes de cumplirse el primer siglo y medio de la colonización, aquella meta de conservar el idioma se relanzó con esta obra que, es bueno saberlo, tiene su historia dentro de la historia misma.
“La idea del primer taller galés fue de Mónica Jones, en Gaiman, y se plasmó en el garaje de su casa de Trelew, en 1996” rememora Shirley James, que enseña nivel primario en el actual edificio de Ysgor yr Hendre (Escuela de Hendre). Lo recuerda en cada detalle porque fue ella quien tomó la posta de las enseñanzas en aquel pequeño jardincito llamado “Y Draig Fach”.
Shirley se entusiasma contando la historia, va de un año a otro y termina pidiendo el auxilio de Catrin Morris, que nació en Gales y se afincó aquí en 1998; y de Judith Jones, también docente al igual que Silvia Almeyra, que hoy tiene las riendas del establecimiento y, además, estudia el idioma.
En 1997 “Y Draig Fach” se mudó a los altos de la Asociación San David y un año después llegó Catrin, gracias a un proyecto del gobierno galés. Ante la falta de capacidad edilicia, por aquellos años se las arregló para enseñar en el comedor de su propia casa mientras Shirley continuaba con sus clases en un quincho, cuanto menos hasta el 2000 cuando se volvió al edificio de San Martín y Belgrano que los cobijó por los 2 años siguientes.
Ya en la temporada 2002/03, en el edificio de Italia y Alem, Catrin tuvo como asistente a Romina Herrera, que se había iniciado con ella en el aprendizaje del idioma en 1998. Un año después el jardín recaló en la capilla Tabernacl de Trelew, que sirvió para que Judith Jones comenzara a trabajar en el plan.
En este punto es bueno aclarar que en 1997 se oficializó un proyecto en el país de Gales para la enseñanza del idioma y es por ello que, desde ese año, comenzaron a llegar docentes de aquel país para enseñar el idioma aun cuando, antes, quienes arribaban a Chubut lo hacían en calidad de voluntarios.
Con ese camino recorrido llegó el momento de formalizar el proyecto. Fue en 2004 cuando Catrin Morris organizó las primeras reuniones con la intención de convertir esos talleres en enseñanza oficial para lo cual, claro, iniciaron los contactos con las autoridades de gobierno.
“La verdad es que tuvimos ayuda desde el ministerio, y también mucha colaboración de Javier Cunha” reconoce Catrin, quien resaltó como fundamental el papel de Dafydd Wigley, prominente parlamentario galés que no solo contribuyó con 40 mil libras para plasmar la idea, sino que donó un cuadro del pintor Kyffin Williams para ser rematado y con ello se lograron otros 5 mil billetes de esa moneda. A ello se le sumaron otras 10 mil libras que se reunieron en la zona con distintos trabajos, donaciones de personas de la comunidad incluso la elaboración de un tapiz que la propia Catrin vendió en el Esteidfood Nacional de Gales. El dinero sirvió para adquirir el edificio actual de la Escuela, en la calle Moreno de Trelew.
Días de clase
El status de bilingüe “no hace que los alumnos trabajen el doble que en el resto de las escuelas” dice Catrin, aunque reconoce sí que hay una carga pues al castellano que los alumnos traen de la casa se le agrega el galés.
“En general los chicos se introducen gradualmente en el idioma, pero es rápido” cuenta Judith, docente de nivel inicial, y Silvia recuerda que “cada grado tiene dos docentes, uno para idioma galés y otro para castellano” y que “salvo temas específicos, como la materia Lengua por ejemplo, el resto se enseña en castellano y en  idioma galés”.
No hay orientación religiosa en las clases, algo que necesariamente debe aclararse pues los primeros colonos estaban marcados por un fuerte apego a la iglesia, y tampoco existe un especial énfasis en estudiar la llegada y primeros años de los galeses en la Patagonia, aunque Silvia reconoce que “está siempre presente porque se enseña el idioma y tradiciones que ellos trajeron y, además, en la enseñanza que impone el ministerio la colonización tiene un lugar muy importante desde siempre”.
Contar con docentes en galés no es tarea sencilla, la misma Catrin Morris relata que la última entrevista laboral se hizo a través de Skype (sistema para hablar por internet) con uno de los interesados que aplicó para el puesto tras leer el anuncio publicitario en un diario de aquel país. El ingreso, lógicamente, no es tan sencillo porque impone un viaje de unos 13 mil kilómetros y hasta cierta adaptación al llegar a la zona.
No sólo descendientes en la matrícula
Aquella intención de conservar la lengua entre los colonos y sus descendientes tiene en la Escuela Hendre no solo su continuidad, sino que los objetivos superan incluso esa frontera.
Hoy la matrícula arroja un dato ciertamente curioso: la mayoría de los estudiantes no son descendientes de galeses, y hay varios apellidos de pueblos originarios entre quienes toman clases.
El idioma ayuda porque, aunque puede aparecer como dificultoso para quien no lo conoce, Catrin Morris afirma que “tiene mas parecido al castellano que al inglés, que es totalmente opuesto” en su estructura.
El nuevo edificio
El edificio inaugurado en la semana es, en realidad, parte del proyecto final. Lo que se ha construido hasta aquí es la parte de educación inicial, que son tres aulas para jardín de infantes. Aun restan las de primario que son, obviamente, el objetivo que ahora persiguen desde la Escuela Hendre Trelew número 1031
Primera promoción
2012 no será un año cualquiera para Ysgol yr Hendre Trelew. Tendrá su primera promoción, que será de 5 alumnos.
Mercedes Meza White, Gweneira Hughes, Ronald Sechi Lloyd y Joaquín Ojeda que asisten desde el taller ““Y Draig Fach” y Rocío Fernández, que se sumó al grupo el año pasado (aunque esporádicamente participó de talleres e incluso vivió unos meses en Gales) serán los primeros ex alumnos.

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