miércoles, 23 de noviembre de 2011

Rutas argentinas hasta el fin


Tercera entrega de una serie de notas que escribí para diario Jornada, a propósito de la discusión que se da por estas horas sobre Aerolíneas Argentinas. Salió publicada el 17 de julio.
La casuística nos coloca entre los países que ostentan los índices más altos de mortalidad en accidentes de tránsito. Unas 22 personas mueren por día, hay casi 7.900 víctimas fatales por año y más de 120 mil heridos de distinto grado y miles de discapacitados. Las pérdidas económicas de nuestro tránsito caótico, y accidentes del rubro, superan los 10 mil millones de dólares anuales. En comparación, las muertes que se producen en las calles y sobre todo en las rutas de Argentina podrían equipararse a la caída de un avión de pasajeros con 130 personas cada semana. El número es enorme, y alarmante, pero sin embargo no alcanza a generar conciencia ciudadana y tampoco, lo que quizás resulte más reprochable, de una dirigencia política que se escandaliza ante los micrófonos cada vez que la ruta cobra vidas pero que no va en línea con esa actitud cuando puede, y debe, hacer algo para cambiar esta triste realidad. Es un problema de decisión.
El 90 por ciento de la red carretera de nuestro país fue diseñada en la década del 30, hace ya 80 años. Obviedad de Perogrullo, fue pensada para vehículos que ya no existen y hoy circula por ella una tecnología inimaginable para esa época. Esto genera, entre otras cosas, aquellos índices de accidentes de marras. Es que nuestras carreteras son, en general, obsoletas. En un país que crece y que necesita movilizar su producción, esta infraestructura vial es arcaica, genera pérdidas de tiempo y competitividad, y resulta cada vez más costosa de mantener.
Como si esto no fuera poco, el sistema ferroviario argentino va en línea con esa decadencia. Es vetusto, rancio y peligroso; además de ser también discriminatorio porque buena parte del país (todo el sur, por ejemplo) está privado de su utilización. Y en los lugares en los que subsiste genera más problemas que soluciones. Ahí la dificultad es incluso superior, porque no sólo es anacrónico el equipamiento, los trenes mismos, sino también su infraestructura con rieles de dudosa utilidad.
Proyectos
Durmiendo el sueño de los justos, las cámaras de diputados y senadores argentinos tienen en sus cajones un mega proyecto de la ONG Fundación Metas Siglo XXI denominado “Programa de Modernización de la Infraestructura del Transporte Terrestre (PROMITT, con expediente 5815-D-2008), presentado 15 de octubre de 2008, en el que se busca una solución integral para el problema en todo el ámbito de la república.
El PROMITT se cayó en diciembre de 2008 y perdió estado parlamentario, pero se reprodujo en 2010 (expediente 2822-D-2010) y existen chances de que se trate hasta 2012: se está a tiempo.
El proyecto propone, en síntesis, una suerte de refundación del sistema carretero argentino y como agregado busca, también, solucionar la situación ferroviaria en todo el país.
En síntesis, se plantea allí diseñar una red de autopistas de 13 mil kilómetros uniendo 1.150 ciudades del interior del país, lo que incluye capitales de provincias, puertos de ultramar, grandes centros turísticos y los países limítrofes mediante la construcción de cuatro corredores bioceánicos: Norte, Transversal, Centro y Sur. Así, la red se extendería al 82 por ciento del país.
Entre las metas que busca el proyecto, y aseguran sus creadores que alcanzará, se destacan la reducción sustancial de los accidentes mortales (al tratarse de sistemas de doble trocha de mano única, se evitarán los choques frontales que causan el 66 % de las muertes en las rutas), la disminución de costos de fletes en un 20 % y del tiempo de viaje en un 30 %. En el caso de los ómnibus, la estadística marca que en este tipo de autopistas viajan 30 % más rápido y 8 veces más seguros. La escala del emprendimiento permitirá generar, además, 100 mil empleos productivos entre directos e indirectos, muy especialmente de mano de obra no calificada.
Se propone allí que el pago de las obras se haga a largo plazo, instrumentándose mediante un sistema de peaje indirecto, a percibirse a través de una tasa que deberá ser recaudada por las empresas petroleras y depositada directamente en la cuenta de los fiduciarias sin ningún tipo de intermediación. Así esta tasa se hará efectiva cuando las obras hayan sido terminadas y habilitadas al uso público por la autoridad de aplicación (Estado Nacional). Se trata de un impuesto que será de 2,5 centavos por litro de combustible a pagar sólo cuando cada módulo de 1.000 kilómetros de nuevas autopistas se haya habilitado. Así, el flujo será libre, sin peaje, porque ya estará incluido en esa cifra.
A su vez, el proyecto busca solucionar la crisis interminable del ferrocarril en Argentina, construyéndolo en forma paralela a las autopistas lo que buscará, además de insertar un sistema de transporte absolutamente necesario en un país de distancias extensas como el nuestro, evitar los choques entre trenes y otros vehículos porque se prevé la construcción de túneles y puentes que eviten los pasos a nivel, entre otros puntos como el alambrado para impedir animales en las rutas, la eliminación de curvas peligrosas, el asfaltado de banquinas para evitar la mordedura y posibles accidentes y hasta la radarización y detección de niebla y hielo conectados a Centros Inteligentes de Control de Tráfico: monitoreo en tiempo real para advertir riesgos y sancionar infracciones.
Todo el proyecto está diseñado sobre la base de su financiación, denominado T.R.O.S.A que explica desde dónde se extraen los fondos para afrontar la obra hasta la inversión que se destinará a la rehabilitación del sistema de ferrocarriles en base a un plan Maestro que, pide al Ejecutivo Nacional, se lleve adelante para evitar improvisaciones.
Más allá del transporte mismo, se propone también la plantación de un bosque lineal (a los costados de las rutas) de 200 mil hectáreas con 12 millones de árboles buscando lo que puede llamarse “autopistas-parque” para preservar el equilibrio ecológico.
En Chubut
En la provincia, el proyecto llegará con sus autopistas a Camarones, Comodoro Rivadavia, Gaiman, Puerto Madryn, Rada Tilly, Rawson y Trelew. Es decir, todo el corredor de la Ruta Nacional número 3 y sus accesos.
¿Por qué no?
Las circunstancias económicas no aparecen como principal freno para esta propuesta, pues en ella se plantea el autofinanciamiento a largo plazo y en gran escala. Ya hay 83 entidades de distintos niveles (el Centro Argentino de Ingenieros, la Confederación General del Trabajo, el Comité Nacional de Defensa del Usuario Vial, entre otros, que dieron el visto bueno) y una recolección de firmas que ya se acerca a las 200 mil adhesiones. No hay demasiados argumentos para que se siga demorando su tratamiento en las cámaras, aunque debe sí señalarse que el proyecto se muestra –por sus características- refractario a los sobreprecios y no son pocos los que opinan que allí reside la verdadera razón en la reticencia a impulsarlo.
El dato
El proyecto representa apenas el 5 % del total de nuestras carreteras (300.000 kilómetros) pero soporta el 57 % del tránsito interurbano y registra el 75 % de las muertes en ruta. El 66 %de estas muertes es provocado por los choques frontales.
Pusieron en gancho
El proyecto de autopistas presentado en 2008 tiene la firma de los legisladores Ángela Griselda Baldata, Oscar Raúl Aguad, Silvia Augsburger, Ricardo José Brillo, Alicia Comelli, Omar Bruno De Marchi, Francisco De Narváez, José Ignacio García Hamilton, Cyinthia  Hotton, Luis Lisquiños, Mario Raúl Merlo, Federico Pinedo, Marta Velarde, Juan Carlos Moran y Jorge Obeid.
La fundación
La Fundación Metas Siglo XXI es una ONG, sin fines de lucro, que propone Grandes Metas Públicas no ideológicas para sustentar el desarrollo.
Además de la Red Federal de Autopistas, han elaborado trabajos sobre Transporte Urbano, Caminos Rurales, Red Federal de Aeropuertos, Agua, Cloacas y Vivienda digna para todos, Forestación, Provincia del Río de la Plata y Traslado de las Autoridades Nacionales

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